Por fin ha empezado la temporada, aunque el aperitivo se las traía: el duro circuito de cros del Soto de Viñuela.
Lo mejor, como siempre que empieza la temporada, es el reencuentro con lo viejos amigos a los que solo ves de carrera en carrera y, sin embargo, parece que son de tu propia familia.
El día apareció soleado, ni pizca de frío (teniendo en cuenta la época del año), y con un pequeño amago de viento que, finalmente, se quedó en eso: un amago.
Casi 300 triatletas en la salida, el doble que el año pasado. No se que va a ser en carreras donde la dureza del recorrido no ahuyente a muchos de los que no se han atrevido a venir, como por ejemplo Rivas o la Casa de Campo.
Voy a lo que voy, que me lío.
La primera carrera a pie era una incógnita. La dureza de la bici aconsejaba tomársela con tranquilidad, pero el nerviosismo de los duatlones hace que todo el mundo salga a toda pastilla, y yo no me iba a quedar atrás. Por suerte, la gran cantidad de gente y lo estrecho del recorrido, hizo que hasta la primera subida se fuera a un ritmo tranquilo. Sin embargo, en la segunda vuelta me vino un pequeño bloqueo, lo que me hizo dudar de mis fuerzas, teniendo en cuenta el poco entrenamiento que llevamos.
Con la mente puesta en la bicicleta, llegamos a la primera transición y sin continuidad para pensar, me encuentro con la primera bajada, que el otro día no me atreví a bajar. Qué inconsciente se es en la carrera, que me lanzé sin pensar y... ¡pues no era tan difícil!.
Después del pequeño llano, empieza el sin vivir de subidas y bajadas. Me encuentro suelto y subo fácil sin bloquearme la piernas, y de esta manera, llegamos a la temida cuesta de la muerte. Como todavía no iba del todo concienciado, pie a tierra y ya veremos si el próximo año puedo con ella. Y así, las tres vueltas, a mi ritmo, con exigencia pero sin llegar nunca al bloqueo, casi disfrutando del aliento de los muchos animadores y de los compañeros que jalonaban todo el trayecto.
Por fin dejo la bici y me dispongo a empezar la carrera a pie. Tras un primer kilómetro dubitativo, las sensaciones son buenas y, poco a poco, me encuentro adelantando compañeros y con la suficiente fuerza como para aumentar el ritmo y sprintar el último medio kilómetro, que fue pletórico. Quizá podría haberme exigido más en la bici pero lo mismo ni termino bien la bici ni la carrera a pie. Teniendo en cuenta que he mejorado en casi 8 minutos el tiempo del año pasado, creo que la elección ha sido buena.
Cabe resaltar la multitudinaria asistencia de participantes del Marlins, más de 30, que nos cruzábamos a lo largo y ancho de todo el recorrido. Tiene pinta de que, este año, la mancha verde del Marlins se va a notar.
Y que decir de l@s amig@s y acompañantes que, como siempre, te empujan hasta la mismísima línea de meta. GRACIAS.
Dentro de un par de semanas tocas Rivas, que, sobre un circuito nuevo, promete ser divertido, multitudinario y, al ser clasificatorio para Gijon, seguro que la exigencia va a ser máxima para lograr un puesto.
Gracias a tod@s y saludos
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